Sembrando la Palabra

El sembrador es el que siembra la Palabra – Lucas 4:14

Esta parábola del Sembrador de la cual dice Jesús en el vr.3 “No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?. Significando que esta enseñanza era fundamental entenderla para comprender las otras parábolas. Porque Jesús enseñaba a través de parábolas para que la gente entienda las cosas celestiales, los asuntos del Reino de Dios, el Reino de la luz.

El sembrador – es quien tiene a Jesucristo en su corazón, Quien es la simiente de vida; y la semilla - es la Palabra de Dios; Jesús nos enseña a dar lo que tenemos, creo que esta parábola abre en nosotros el sentido de la fe para sembrar la Palabra en mucha gente, porque produce para vida eterna, para novedad de vida, para sanidad, para prosperidad. A la vez entendemos que es lo que hay en el corazón del Padre, sembró la simiente – Su hijo único acá en entre los vivientes y Este produjo gente igual a El, y nosotros seguimos produciendo con Cristo en nosotros gente del Reino.

Cuando sembramos la Palabra, la gente vive, los que rechazan aman la muerte, porque es lo único que su padre el diablo les ha sembrado muerte, o sea, que para sembrar la Palabra, estamos desarraigando de la gente esa muerte que llevan, lo que les lleva a producir frutos de muerte; observen no más, cuando alguien recibe la simiente verdadera a Jesucristo, a la Palabra de vida, sus vidas cambian; porque para esto es sembrada la Palabra para deshacer las obras del diablo (I Juan 3:8); porque ahora ha sido manifestada la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz (1) la vida y (2) la inmortalidad ( II Timoteo 1;10).

La única forma que el hombre cambie de rumbo, dé un giro hacia la vida o lo que llamamos arrepentimiento, y deje la muerte es con siembra de la Palabra de vida en su vida. Es por eso que si entendemos esta parábola, las otras serán entendidas también.

Si vemos la parábola del hijo pródigo; este padre tenía semilla de vida, semilla de amor, semilla de fe; semilla de esperanza o expectativa del regreso del hijo, es por eso que cuando el hijo regresa no hace una junta de socios para saber qué hacer con el que regresó, él inmediatamente lo abraza, le perdona, le devuelve su posición y posesión de hijo.

Cuando Jesús enseñó sobre el oír la Palabra y luego el hacerla o no hacerla; habló de los dos cimientos. Una casa edificada sobre la roca y otra sobre la arena. La roca es Jesucristo – la Palabra – el Verbo de vida. La arena es un lugar movedizo, dudoso, no durable. La Palabra tiene un valor incalculable. Y en Santiago 1:21 dice: “ … recibid con mansedumbre la Palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”. Seamos de la clase del hombre prudente y no del insensato, para sembrar o plantar y para edificar debemos ser prudentes, esta es una enseñanza con valores tanto para nuestra vida en sí, como para cualquier profesional.

Recuerden que la Palabra viva y eficaz, la simiente (semilla) incorruptible es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (I Pedro 1:23) nuestros corazones claman por eternidad e incorrupción.

Amemos la Palabra, guardemos la Palabra, permanezcamos en la Palabra, accionemos en la Palabra, y sembremos la Palabra.

Padre celestial gracias por habernos hecho renacer de semilla incorruptible, duradera, verdadera, eterna, te amo con todo mi ser, y hoy tomo la gran decisión de meditar en la Palabra de día y de noche, y nunca se apartará de mi boca; gracias por Jesucristo Tu hijo amado, Quien hizo lo máximo por la humanidad, oro que en cada persona que yo siembre la Palabra ellos amarán y guardarán y harán también Tu Palabra, con el poder del Espíritu Santo, en el Nombre de Jesús.

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