Mi Perdonador
Para dar conocimiento de salvación a Su pueblo, para perdón de pecados – Lucas 1:77
En Efesios 1:7 es maravilloso lo que dice a favor nuestro “En Quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia” Es por la gracia y la fe que hemos sido perdonados. La gracia es de parte de Dios, y al oír la Palabra fe viene a nuestras vidas para aceptar la gracia, el regalo de Dios y es así como somos perdonados, o lavados por Su sangre preciosa, o somos hechos libres de toda condenación y culpa, por esa sangre preciosa del Cordero inmolado, de Jesucristo somos justificados. Qué buenas nuevas es saber que somos justos, salvos.
Nuestro Señor no es nuestro condenador, es nuestro perdonador, no está buscando a quién juzgar, culpar y mandar al infierno; la historia de la Redención es Dios buscando al hombre para que sea perdonado; el hombre lo menos que hace es buscar a Dios, al contrario huye de Dios, o en el nivel de cobardía más alta, lo niega. Jesús en la misma cruz, estaba sangrando, siendo insultado, y colgado como un maldito, lo único que dijo es: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” ¿habrá mayor amor y perdón que éste? Definitivamente no. Ningún hombre sabe lo que es perdón, a menos que haya sido perdonado por Jesús. Aún cuando somos perdonados con este perdón de alto costo, nos cuesta perdonar a otros.
Hay que entender que perdón, no es solamente una expresión. Perdonar conlleva olvidar. Es como un amado hermano dijo, cuando destruyes algo en un choque de autos por ejemplo, y ya no tiene solución de ninguna clase, y la única solución es cambiar la pieza para dejar ese auto en condiciones de seguir funcionando correctamente; esto es lo que significa “que la unción pudre el yugo” estábamos atados a algo y eso se pudre, nunca más volverá a su origen. Hay que ponerle una nueva pieza. Así es el perdón, involucra la unción que es la habilidad de olvidar completamente el pasado, y jamás recordarlo, porque ya no existe.
Jesús te perdonó cuando viniste a El y declaraste que Jesús es tu Señor, dejaste atrás al señor que te condenaba y manipulaba; Jesús en la cruz te lavó, te perdonó y te hizo nuevo, el momento que dices “Jesús Tú eres mi Señor” estás aceptando ese sacrificio sangriento hecho por ti; y Jesús jamás se acuerda de aquello que perdonó, porque lo olvidó para siempre.
Para dar a entender esto muchas veces explicamos así: Jesús echó al fondo del mar tus pecados y colocó un cartel para ti y para otros “prohibido pescar”, porque El mismo jamás volverá a recordar ninguno de tus pecados. Si tú le dices: ¿recuerdas que en tal época hice esto y te ofendí? El te dirá “no sé de qué hablas”. ¡Qué maravilloso Jesús tu perdonador!
Esto no nos lleva a ser sinvergüenzas, porque la gracia nos habilita para vivir en la gracia, donde el pecado está lejos de ti, y una nueva criatura no anhela pecar, ya sería ser un híbrido raro, bien raro; ser nueva criatura, ser perdonado, justificado y anhelar pecar; sería que nunca entendió que fue perdonado.
Mi perdonador, tu perdonador, te hizo nuevo para vivir la clase de vida zoe que El tiene. Una vida que no pertenece a este mundo. Es del mundo de luz, vida, salud, bienestar, paz, el cual es tu mundo.
Posted in: on 15 de diciembre de 2009 at en 2:35 a. m.