Siendo renacidos

Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre – I Pedro 1:23

Necesitábamos con urgencia que el poder de renacer de Dios, esté disponible para la humanidad. Como decíamos en devocionales anteriores, no somos engendrados de sangre ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Juan 1:13). Ya hemos nacido a este mundo de voluntad de nuestros padres, esto es de varón, llevamos su sangre en nuestras venas. Pero Jesús en Juan 3 habla a Nicodemo ya viejo, diciendo “tienes que nacer de nuevo, esto es renacer, o volver a nacer” Y es allí que Nicodemo piensa en entrar al vientre de su madre de nuevo, imposible, y se lo dice a Jesús, y Jesús le estaba hablando de renacer de simiente incorruptible esto es de voluntad de Dios, esto es del agua y del Espíritu, para ver el Reino de Dios y ver a Dios.
La Palabra es la simiente incorruptible, porque el I Pedro 1:24-25 dice: “toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba, la hierba se seca, y la flor se cae; MAS LA PALABRA DEL SEÑOR PERMANECE PARA SIEMPRE, y esta es la Palabra que por el Evangelio os ha sido anunciada”
Todo aquel que ha renacido de la simiente incorruptible, no pasará a la segunda muerte, y no irá al infierno. Porque la simiente de Dios va a Su Padre, a Su creador. Esto prometió Dios a Abraham, por cuanto Abraham recibió y creyó a Dios - en Génesis 15:4 dice: “Dijo también Abraham: mira que no me has dado prole (simiente), y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él Palabra de Jehová, diciendo: NO te heredará éste, sino UN HIJO TUYO será el que te heredará” en el 17:19 “Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz UN HIJO, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré MI PACTO con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él”
Todo esto nos habla de simiente, en lo natural Jesús nació de esta simiente y para entrar en este pacto y en Jesucristo la simiente incorruptible de Dios, tenemos que nacer de nuevo; esta vez del agua y del Espíritu.
Bien ya lo hemos hecho, gracias a Dios y a Jesucristo Su Hijo que pudimos nacer de simiente incorruptible. Pero también debemos permanecer en la Palabra viva, alimentarnos de ella, y ser guiados por el Espíritu Santo de Dios como hijos.
Cuando sembramos para el Espíritu del Espíritu cosechamos vida, y si sembramos para la carne cosecharemos corrupción dice la Palabra. Seamos sembradores sabios, para ser cosechadores de la abundancia de Dios.
Padre celestial gracias por la Palabra (Jesucristo) y el Espíritu (poder y habilidad), en el Nombre de Jesús.

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