Firme sin fluctuar
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión (confesión) de nuestra esperanza, porque fiel es El que prometió – Hebreos 10:24
Los sumo en su pelea son hombres que han aprendido que para triunfar tienen que mantenerse firme en su sitio, pueden mover todo el resto del cuerpo pero no los pies, son como sus columnas, si el contrincante logra hacer mover sus pies tiene la victoria asegurada. Recuerdo un terremoto que pasé, estaba en un edificio en un 5to. Piso (era el Banco Industrial) se veía tan fuerte, y en el movimiento una enorme columna se removió a la redonda tan fuertemente y quedó puro fierro tejido, sin nada de cubierta de concreto, parecía venir sobre los escritorios (yo estaba debajo de uno de ellos orando en lenguas, dije Señor ya oro en lenguas puedes llevarme), y estaba sola porque todos los caballeros habían huido de terror, no tenían a Cristo. Yo tenía a Cristo en mi corazón, El ya era toda mi vida, ningún temor pudo apresarme. Esa columna al pase del movimiento telúrico, después de ondear y ondear, recuerdo que fue aquietándose y allí estuvo por muchos años más, ese edificio fue demolido debido a un incendio fatal años más tarde .
Nosotros podemos estar firmes parados en el fundamento que es Jesucristo, firmes en la Palabra, firmes en nuestra confesión, firmes en nuestro pensar, en nuestra opinión, sin cambios, quizás las circunstancias nos hagan ondear, quizás los golpes nos hagan esquivar como al sumo, pero que nuestros pies puestos en el fundamento eterno nunca se muevan. Que seamos como el monte de Sion que no se mueve, sino que permanece para siempre. Cuentan de las palmeras de Cuba, que cuando viene un furioso huracán las trae hasta el suelo, echaditas allí, parecería que nunca más levantarán, como que el viento y su fuerza le dicen, te vencí, te vencí, ahí te quedarás. Pero cuando el viento furioso que nunca se queda en un lugar, pasa, y ya no está; la enorme palmera se levanta poco a poco y nuevamente queda derechita, ¿qué pasó? No sucedió nada con su raíz, la que la sostenía estaba intacta, y sobre la raíz se levantó ilesa. Y pudo decir al viento, ¿ves, ves? Te apresuras en tus apreciaciones y defines lo que no sucedió, ni sucederá. Estoy de pie, mi vida sigue fluyendo.
Nuestras vidas deberían estar conscientes del día malo, Efesios 6:13 nos habla del día malo “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día mano, y habiendo acabado todo, ESTAR FIRMES”. Podemos amados, hemos visto nuestra Salvación y nuestra Seguridad, las bases, los fundamentos de nuestra vida salva, triunfadora, el día malo no se quedará, no permanecerá, pasará como el huracán furioso, que nunca queda en un lugar, y así es la destrucción, la muerte, el robo, son rápidos, las circunstancias perversas del enemigo son furiosas y rápidas, no permanecerán: pero tú si puedes permanecer y estar firme, estás equipado para la peor tormenta, estás equipado para el peor huracán, estás equipado para el incendio más grande, estás equipado para la enfermedad mortal, estás equipado para cualquier problemón de la vida; la victoria te fue dada antes que pase nada, el título de más que vencedor te fue dado antes que pase nada; pasas por todo esto como lo que eres, y por lo que tienes: al Salvador de tu vida: JESUCRISTO EL SEÑOR.
Confiesa la Palabra, la solución, la vida en abundancia, no confieses el día malo, la circunstancia, la pérdida, el fracaso, la falla, la falta, la escasez, confiesa la palabra con firmeza y sin duda, sin fluctuar, esto es cada día, cada momento de tu vida, entrénate para volver a cero toda maldad que el diablo quiera tirar u operar en tu vida.
Josué 1:8 dice: “Nunca, se aparte de tu boca está libro de la ley, o la Palabra de Dios …”.
Posted in: on 29 de abril de 2010 at en 2:00 a. m.