Pelea tu Bendición

Mas tú, oh hombre de Dios … Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna … – I Timoteo 6:11-12

Cuando te encuentras entre la espada y la pared, no te pongas a rogarle a Dios que derribe la pared por ti; así no es como Él hace las cosas. Dios te dará el plan, el poder y te garantiza la victoria. Pero será la mano tuya no la de Él, el instrumento que Dios utilizará para hacer lo que Él quiere hacer. Pero tú debes extender tu mano; ¿cómo?: hablando la Palabra y poniéndola en práctica, aun cuando las circunstancias estén contra ti. Dios es bueno y es fiel por siempre para contigo, ¡créelo así es!
Vivan cada día de su vida como el último, el hoy, el mañana igual, el pasado mañana igual, amen a Dios, amen a su familia, amen a la familia de la fe, amen todo lo que tienen que amar en este mundo, de la manera que ¡Cristo los ama! el amor que hay en El, está en ti también, ¡no hay diferencia!
Ayer personalmente estaba luchando, peleando la buena batalla de la fe, soy una dama de Dios, tengo la victoria dada por Jesucristo en la cruz del calvario y el día de resurrección; pero esa victoria la tengo que mantener yo, y cuando el día malo viene, y cuando las circunstancias, y la prueba de fuego se levanta, mi lugar es pelear la buena batalla de la fe. Y ¿cómo se hace esto? Parados en la buena Palabra, confesando la Palabra, y haciendo lo que la Palabra dice de mí y de las múltiples bendiciones que Dios ya ha provisto para ti y para mí, esforzándome y siendo valiente conforme la Palabra que medito de día y de noche me alienta para hacer, es el Espíritu Santo de Dios que nos ayuda, aconseja, consuela, guía en este tiempo.
Hay mucho que ganar, que lograr en la vida como para gastarla y no invertir en ella. Viene a mi memoria algo muy interesante Dios llamó a Samuel como profeta de sus tiempos, y como que él amó mucho al primer rey de Israel este fue Saúl, y cuando éste cometió algo contra Dios, Samuel lo lloraba y lloraba, y Dios tan precioso y hermoso, queriendo sólo nuestra felicidad, dijo a Samuel, ¿por qué lloras a Saúl? no te ha desechado a ti, me ha desechado a Mí, levántate y ve y unge a un varón que me he buscado conforme a Mi corazón. Eso significa, no pierdas tu tiempo, sigue tu función, tu oficio, tu vocación, cumple tu ministerio, invierte tu vida en la unción y el llamado de otros. Uf, eso fue tremendo, y aún hoy te dice lo mismo, levántate y anda y cumple lo que debes hacer, invierte en la vida, no la malgastes.
Entonces seas un joven, o un adulto, o niño no hay diferencia, invierte tu vida en una gran función en el Reino de Dios, todo aquel que invierte tiene cuenta abundante, y siempre tendrá ganancia y no déficit.
Pelea tu bendición, porque todo lo que pertenece a lo sobrenatural y a esta vida ya te ha sido dado por nuestro Padre celestial, echa mano de la vida eterna, y goza del privilegio de ser un ungido, un hijo de pacto, un más que vencedor en Cristo Jesús.

Dios y Padre gracias porque conocemos de la osadía de Jesús al ir a la cruz, para nosotros ser gente de éxito, de lucha por la fe, gente que sabe pararse en Tus promesas, bendiciones, y juramento; gracias en el Nombre de Jesús.

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