El Premio

Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús – Filipenses 3:14

Cuántos saben ¿Qué es un premio? Quizás hay muchas respuestas ahora mismo diciendo, ¡claro que lo sé, porque he perdido muchos! Yo preguntaría ¿qué tipo de premios has perdido? De seguro alguna de las respuestas sería, la tinka, carrera de caballos, o cualquier juego de azar, o casino, o apuestas, o los tantos tickets que ante una compra nos entregan.
Bien alégrense no estamos hablando, ni tratando de esos premios. Un día Dios le dice a Abram, “sal de tu tierra y de tu parentela a la tierra que Yo te daré” sin ton ni son diríamos en esta época. Pero Dios si tenía propósitos eternos, para levantar un pueblo para Si, un pueblo que quería bendecir, multiplicar, entregar todo lo que había creado. Es un excelente y divino motivo. Y Abram salió obedeció y fue sobreabundantemente bendecido, aún su nombre fue cambiado a Abraham, llevando así parte del Nombre de Dios.
Luego vemos a Moisés sacando al pueblo de Israel de Egipto, con señales, prodigios tremendos, hacia la tierra prometida, Canaán. Luego vemos a Josué ingresando a este pueblo a Canaán, haciéndose realidad la promesa de Dios a Abraham, que su descendencia (la cual al inicio no tenía) poseería una tierra que fluye leche y miel.
Amados hablamos del premio del supremo llamamiento “estos hombres fueron llamados y cumplieron su llamado” y el premio fue inminente, declarado en los cielos y en la tierra. Encontramos a Saulo de Tarso, convertido en el Apóstol Pablo al someterse a Cristo Jesús, y andar en el poder del Espíritu Santo, al punto de realizar milagros extraordinarios, al ser parte, miembro del Cuerpo de Cristo, leemos las cartas o epístolas que el Espíritu Santo le dictó y nos quedamos así: “Qué tal hombre de Dios”.
Al final de sus años en esta tierra, declara: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, por lo demás me está guardada la CORONA DE JUSTICIA, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a TODOS los que aman Su venida” II Timoteo 4:7,8Extenderse es alcanzar el premio, no dice Pablo, la pasé suave y gané la batalla, acabé la carrera estando sentado y durmiendo, sin luchas, sin tempestades, sin problemas, sin circunstancias adversas, es más todos me querían, nadie me insultó, nunca fui a la cárcel por si acaso; en cuanto a la fe – olvídenla es difícil, con todo eso recibiré el premio yo solo. NO NO NO NO, eso no dice Pablo, él peleó la buena batalla, y ganó; él acabó su carrera y bien; él guardó la fe y le costó: buen testimonio, buena Palabra, rodillas dobladas, noches de oración, pies en el cepo y terriblemente latigado, pero cantando alabanzas y adorando a Dios.
¿Qué creen ustedes? Pues le estaba guardada la CORONA DE JUSTICIA, esto es el premio del supremo llamamiento de Cristo, ¿cómo la estás pasado tú? Estas en Cristo, pero tu vida allí va, te cedes a la presión del mundo y sus deseos corruptos, te cedes a la pena, te cedes a todo lo del enemigo y el mundo, mejor dicho ¿estás en la ruina?. Este es el día que Dios ha hecho para levantarte, y levántate por favor, tome ánimo tu vida. Te espera un gran premio No lo pierdas, es tiempo de ser sabios, y trabajar en fe por amor a Cristo Jesús. Su sacrificio, Su vida, Su sangre, Su resurrección NO sean en vano amados, aprecien todo esto, y vivan la vida y el llamado que les ha sido encomendado. Todos tenemos el Ministerio de la Reconciliación a cumplirlo que te espera EL GRAN PREMIO, LA CORONA DE JUSTICIA, y sobre todo vivir con nuestro Señor por la eternidad.

Dios y Padre gracias por la corona de justicia, por las muchas coronas más que recibiremos, por el premio del supremo llamamiento en Cristo, gracias por poder verte cara a cara un día, ese es el premio más grande y eterno, gracias que el Espíritu Santo nos guía en verdad a ese día de recibir el premio máximo, hay expectativa Padre no lo perderemos; gracias en el Nombre de Jesús.

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