Una suegra con fiebre
Vino Jesús a casa de Pedro … Y tocó su mano y la fiebre la dejó; y ella se levantó y les servía – Mateo 8:I4-15
Suegra, suegra y con fiebre, qué emocionante, estaba en la casa de su hijo político de aquel que se conocería como el gran apóstol Pedro; y la señora estaba postrada en cama y con fiebre. Yo llamó, o quizás escuché a algún médico amigo decir que la fiebre es el semáforo del cuerpo, porque diagnostica que existe infección en alguna parte del cuerpo humano; y debe tratarse de inmediato. Una fiebre que está avisando algo grave puede suceder, hay que tratarla a tiempo, o de inmediato.
Dependiendo del médico una fiebre puede irse inmediatamente o lentamente, esto es debido al diagnóstico certero y al tipo de medicación que indica. Pero acá vemos al médico de médicos, al Sanador Divino, al que es la medicina por excelencia, sin falla, detonante y erradicador efectivo ante cualquier enfermedad y dolencia. Jesús tocó la mano de ella, y lo que observamos acá es que Jesús es el antídoto de la fiebre, porque la dejó de inmediato, al punto que ella se levantó y les servía. Es que Jesús es el antídoto a cualquier veneno de Satanás.
Siempre aseveramos la verdad “el Sanador vive en mí” “la medicina de Dios permanece en mí, yo soy un almacén de medicina”. Donde Jesús estaba no podía haber enfermo. Un amado hermano contaba que mientras él estaba hospedado en casa de alguien, por causa de sostener tiempos de seminario o campañas, generalmente si alguien estaba con diabetes, artrosis, o artritis u otra enfermedad degenerativa, esa enfermedad cesaba en su función, y cuando él se iba en algunos de los casos que no aceptaron su sanidad y la mantuvieron, la enfermedad entraba en función a los días.
Esto me hace recordar que cuando vienen a nuestra casa, pueden experimentar paz, bienestar, y que aquello que los aquejaba ya no está funcionando en sus cuerpos, y al compartir la Palabra sus mentes entran en metamorfosis completa, gloria a Dios. Tú haces o formas el ambiente de tu casa con tus Rhemas, Palabra de fe y poder.
Es más nuestra presencia llena del Espíritu Santo de Dios, llena nuestras vidas de la Palabra de Dios, debería causar los impactos necesarios en la gente, la unción que permanece en nosotros es capaz de destruir yugos con la enfermedad y dolencia, con la pobreza y escasez; la Palabra dice: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer (desatar) las obras del diablo”; eso es cuando tú apareces, a causa que Jesús vive en ti, las obras del diablo se desatan y desaparecen.
La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Recuerda siempre, y de pronto esto te despierte completamente a reconocer para qué y por qué viene la enfermedad y dolencia a tu vida, jamás será para acariciarte, será para matarte, la pregunta ahora es ¿quieres morir, estás listo para morir tan caóticamente, por causa de una enfermedad o dolencia sacada del almacén del diablo, provocada por su perversidad que está a favor de la muerte y no de la vida? DEPENDE DE TI, YA DIOS TE ACONSEJÓ ESCOGE EL BIEN Y LA VIDA.
Dios y Padre gracias por salud y bienestar, porque Jesús llevó, alejó de nosotros toda enfermedad, dolencia, gracias porque en nosotros funciona la ley del Espíritu de vida y porque el Espíritu Santo vivifica nuestros cuerpos mortales; gracias en el Nombre de Jesús.
Posted in: on 16 de septiembre de 2011 at en 1:53 a. m.