Personaje - María esposa de José

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús – Lucas 1:31

         En Isaías 9:6, 2 dice Dios: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”  Jesús dijo: “no vine a abrogar la ley, vine a cumplir la ley, los salmos y los profetas” ASÍ FUE.
        Cuando la Palabra nos habla de María y habla de ella que es virgen, es cuanto a su estado físico, y definitivo que en todo su ser era aquella que Dios buscó para que Jesús naciese. Entendamos que por la naturaleza que traemos separados de Dios, todo hombre y mujer en esta tierra ha necesitado y necesita al Salvador, ella misma dijo "he aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a Tu Palabra”. Es un canal que Dios honró para traer al Redentor como Hijo de Dios hecho hombre, para redimir al hombre de su condición y naturaleza en que estaba.
No se le da el título de virgen, ni Dios la coloca en una posición de diosa para ser adorada, ni como co-redentora, menos todavía, es la religión y los hombres que la han colocado fuera de su lugar correcto. Ella tuvo un esposo, y después de Jesús, tuvo sus hijos e hijas, fueron un hogar ejemplo en su sociedad.
Ante el mensaje enviado por Dios con el ángel  Gabriel (1:26-33) María dijo al ángel ¿cómo será esto? pues no conozco varón. Estaba desposada con José pero aún no habían consumado el matrimonio. El ángel respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            
Una de las respuestas a Elizabet su prima fue: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. Ella había decidido “hágase conmigo conforme a tu palabra” y el resultado fue, su concepción, su reconocimiento de quién era ella ante el Señor, ella no se creyó nada que no fuese en realidad en su vida. Fue tal como José una mujer de revelación, porque Dios revela a sus hijos todo lo que hará, a favor de Su Reino.
En el 1:48 dice María “Pues he aquí me dirán bienaventurada todas las generaciones” por su puesto, dio a luz al Hijo de Dios, al que salvaría a Su pueblo de sus pecados. Ella es bienaventurada, dichosa, feliz, tal como Pablo, Pedro, Rut, y toda la gran nube de testigos que está en los cielos hoy.

          Dios y Padre  gracias por los ejemplos de gente humilde como María, gracias por traer a nuestro Salvador en forma legal ingresándolo en esta tierra a través de una mujer que lo dio a luz; gracias en el Nombre de Jesús.

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