Padres - parte 3

He aquí herencia de Jehová son los hijos, cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud – Salmos 112:3,4

Lo que aprecias y admiras vas a amar, cuidar, respetar, el amor es incondicional, sobre todo para con nuestros hijos, es un agradecimiento de siempre a nuestro Creador por habernos hecho juntamente con El cocreadores, que tal privilegio, está claro que tener un hijo (a) no te convierte en un padre, lo que sí te convierte en un padre es (a) proveer y (b) proteger a tu hijo o hija, hasta que pueda valerse en esta vida o hasta cuando tu lo decidas con sabiduría en Dios, aún cuando hacen su vida junto a su cónyuge el corazón se nos irá por ellos, porque el amor nunca cambia, pero las funciones si cambian, recuerdan somos entrenadores, y consejeros cuando nos piden consejo.

Lo que sí haremos por siempre en esta tierra es orar por ellos. Cuando sabemos quienes son de parte de Dios para nosotros, la visión sobre ellos cambiará, no son propiedad tuya, es muy importante saber que están contigo para que con la guía del Espíritu Santo, un día les digas “ahora tu Padre es Dios, a El escucha”, porque lo entrenaste, lo instruiste para oír Su voz. Rodéalos de buena Palabra cuando están en casa, o fuera de casa.

Nadie menosprecia una herencia, nadie menosprecia un fruto de vida, nadie renuncia a ser un valiente con buenas saetas en sus manos. Y cada uno de ustedes son sabios, y entendidos en la buena Palabra; por lo tanto superen cualquier situación adversa y aprecien su herencia, y que ese amor incomparable e incondicional haga surgir los cambios más milagrosos en vuestros hijos (as).

La promesa de Dios es que tus hijos son como plantas de olivo (unción, ungüento para tu hogar) alrededor de tu mesa – Salmos 128:3

Otra promesa valiosa y hermosa es la que se encuentra en Salmos 144:12 “Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud. Nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio”.

Hagamos y vivamos estas promesas, profeticemos sobre nuestros hijos la buena Palabra de Dios, así ellos cumplirán su parte también, “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre, Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello” – Proverbios 1:8,9

Yo anhelo que esta promesa también se cumpla en mis hijos, y de seguro que tú también “Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán; Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, escríbelas en las tablas de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres” – Proverbios 3:1-4, oh yo quiero que mis hijos vivan y cumplan su destino con éxito en esta tierra de los vivientes, que hagan historia honrando a Dios nuestro Padre, a nuestro Señor Jesucristo y al Espíritu Santo nuestro guía fiel.

Padre Celestial gracias por habernos dado el privilegio de ser padres sabios y honrarte al instruir a nuestros hijos en Tu camino y Tu verdad, creo que cada uno de mis hijos, que más que míos son tuyos cumplirán su destinos y vivirán llenos de vida, salud, y bienestar, y todo lo que emprendan prosperará en el Nombre de Jesús

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