Fe que decreta sobre las circunstancias

… y llama las cosas que no son, como si fuesen Romanos 4:17

Es tiempo de comprender y aplicar lo que entendemos lo que la Palabra de fe es en nuestra boca: no son palabrería -- son poder que decreta, “por la llaga de Jesús fui sanado” entonces estoy sano, no me predisponen los síntomas, los que a veces continuarán; no me dirigen a cambiar mi decreto, los dolores, que posiblemente pueden seguir; no cambia mi decreto el informe de un médico (a quien debo respetar, pero Mayor es el que vive en mi).

Es hora que tu y yo sepamos lo que nos ha sido concedido; son miles de promesas que son nuestras, y no hemos usado ni tres la gran mayoría de nosotros, quizás las hemos leído, repetido y eso es todo, pero no hemos tomado conciencia que las promesas las puedo decretar, cada que las hablo operan en mi vida; y a favor mío, tal como para ti, y para todo aquel que cree.

La primera promesa es que “La fe nace por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”. Entonces oigo la Palabra y fe nace en mí, para lo primero que recibo fe es para salvación y justificación.

Es mi privilegio que si confieso con mi boca que Jesucristo es mi Salvador, soy salvo, y si creo en mi corazón que Dios Padre lo levantó de los muertos, soy justo. Puedo orar por los enfermos y sanarán.

Ahora mi fe es caminar en lo que creí y recibí, comienzo a hablar quien soy, qué tengo y qué puedo hacer. Soy salvo, soy justo, tengo el Nombre de Jesús y la autoridad que me ha dado; puedo orar por otros y milagros, señales y prodigios sucederán, para la gloria y la honra de Dios Padre.

Es mi tiempo ahora en la tierra de poder hacer grandes cosas, para glorificar a Dios, porque la humanidad está esperando la manifestación de los hijos de Dios. Anhelan ver Su poder, en medio de tanta calamidad y pecado, tanta tristeza y desventura. Esperan que yo haga algo por ellos y por el mundo que los rodea, esperan que mi fe sea vista y cambios profundos puedan hacerlos gozar del conocimiento del Dios verdadero. Porque a la verdad fui bendecido para bendecir a multitudes.

Ahora es mi tiempo, no habrá otro igual, Pablo, Pedro, Juan, Felipe cumplieron su misión en su tiempo, y lo hicieron con tanta excelencia, que brillaron, se multiplicaron, fueron fructíferos, y Satanás no ganó una sola batalla, al punto que Pablo dice: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe (no la dejé por ahí, aún cuando estuve en prisiones)”. Bendito sea Dios que tal valiente del Señor, al igual vemos a Juan en la Isla de Patmos, viendo cosas que Dios le mostró para el tiempo final y enseñando Quien es Jesucristo, el Fiel y Verdadero; vemos a un Pedro osado en los hechos y otras epístolas, sin temor a una tempestad, ni a los vientos, ni negando otra vez, sino dando razón de su fe, y aplicando esa fe tan preciosa, de la cual nos habla en II Pedro 1:1

Espíritu Santo gracias por recordarnos que somos valientes y fuertes, que nada puede detenernos, y que Jesús ya nos hizo más que vencedores, esto que estoy pasando no es más grande que mi promesa, no es más grande que el juramento de Dios; las promesas que puedo decretar ahora mismo, sobre esta situación; nadie en mi camino es más grande que el Mayor que vive en mi, gracias por tanta gracia a mi favor, en el Nombre de Jesús.

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