La causa no es Jesús

Y no hizo Jesús allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos  – Mateo 13:58

         Solamente hay un punto principal en todos los asuntos de la vida “Jesús siempre puede y quiere” el punto es si el hombre quiere el bien para su vida.
Confiemos que mayor cantidad de hombres y mujeres amarán tomar para sí de la obra terminada en la cruz, donde Jesús venció al pecado, la enfermedad, la dolencia y al imperio de la muerte, y resucitó, y en Su vida podemos tomar vida para nosotros.
Donde no hizo Jesús muchos milagros fue en Nazaret su tierra, era día de reposo y estaba en la sinagoga,  esta era su buena costumbre. Y sucedió así: unos se admiraban, se maravillaban de lo que decía. Y surgieron las siguientes preguntas a pesar de la buena Palabra que Jesús enseñaba:
Ø  ¿De dónde tiene éste estas cosas?
Ø  ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por Sus manos son hechos?
Ø  ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano (no primo hermano) de Jacobo, de José, de Judas y de Simón?
Ø  ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?
Y se escandalizaban de El.
En Marcos 6:5 dice así “Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
        Pero lo que continua duele el corazón y la vida, no por Jesús que sabía manejar la ofensa y la deshonra; pero al igual que El, el dolor que tanto enfermo no pueda ser sanado, la delicia de Jesús es que el hombre goce la sanidad, paz, bienestar, favor que sólo Dios puede dar, y es a lo que El vino; no vino para que lo juzguen o analicen de qué padres vino en lo natural de tal o cual, o los hermano que tenía; en lo que pierde la incredulidad del hombre su tiempo valioso; observen lo que dice de Jesús: “Y estaba asombrado de la INCREDULIDAD de ellos”. El siempre declaró con verdad de dónde y de Quien venía y a qué venía, no estoy diciendo que no busquemos en nuestro espíritu para saber de parte de quien habla tal o cual personaje y que lo midamos con las Escrituras; sino que de Jesús estaba escrito en la ley, los salmos, los profetas; había que ser ciego y sordo y algo más, para que  Jesús no sea reconocido por Su propio pueblo. Las señales, prodigios que hizo, no eran comunes, nadie había aún venido a predicar, enseñar y sanar como El lo hizo. Es más, Juan el Bautista le preparó camino, ¿dónde? En medio de Su pueblo, de sacerdotes, fariseos, saduceos, escribas.
          Amados no nos detengamos en la religión con su propia liturgia y falta de conocimiento de la Palabra en sí, que muestra el sacrificio cruento, la muerte, la tumba, y alguito del triunfo de la resurrección. No nos detengamos en el legalismo que tiene su propio código y juzga de acuerdo a tal artículo, encisos y x. Como enseñaba ayer en Oasis, no es colgar los 10 mandamientos de la ley, detrás de la puerta, o la pared, que los sostengan y los cumplan, porque casi nadie los lee, menos que los cumpla, el hombre es confrontado con los NO’s y su rebeldía pero esto no transforma. Mas Jesús los encerró en dos grandes principios “amarás al Señor tu Dios con toda tu mente, tu corazón, tus fuerzas” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” y para no dejar cabos sueltos, y porque siempre está a favor del hombre que creó dijo “ama a tus enemigos”; la ley dice, mas Yo os digo era Su tenor. Qué maravilloso Jesús, ámalo con todo tu corazón, y recibe de El como Dios, como Señor y Rey todo lo que por ti ganó en la cruz y en su resurrección.
          Hoy te pido no sigas el ejemplo de nadie, recibe y sé sano en el Nombre de Jesús, El por Su llaga te curó. Recordemos que la Palabra de Dios es medicina para TODO tu cuerpo. Sabemos que Jesús enseñaba, predicaba y sanaba, amados esa es nuestra función, al igual que Jesús, si a El no le movieron las críticas, las fuertes ofensas, la deshonra, ¿por qué nos moverían a nosotros? Adelante, que nos dio al Espíritu Santo Quien nos fortalece con la verdad que aprendemos y conocemos y nos la revela para darla a otros. Sé libre ahora mismo de cualquier tipo de cáncer, CIDA, pulmonía, tuberculosis, tumores, pénfigo, lepra, el nombre que tenga aquella enfermedad con que el diablo te enfermó, el juez supremo te da la libertad ahora mismo, ¡por lo tanto sé libre de aquello que te ata, o azota en el Nombre de Jesús!.

          Dios y Padre  gracias por todos aquello que pueden ser libres de enfermedades y dolencias ahora mismo, gracias por Tu gran amor al darnos al Sanador de nuestros cuerpos; gracias en el Nombre de Jesús.

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