La mente de Cristo

Mas nosotros tenemos la mente de Cristo – I Corintios 2:16

¿Qué será la mente? Una caja llena de ¿qué?, solamente ¿estará llena de razonamientos, millones de direcciones dentro, puro sensores que controlan y emiten órdenes, filamentos llenos de información? O como diría un niño es una computadora que tiene su impresora llamada boca, que en vez de hojas impresas, salen palabras, palabrotas y palabritas.

Es mucho más fácil entender lo que es la mente, cuando leemos y entendemos lo que es la mente de Cristo, la mente del ungido. Levantamos nuestra Biblia de pasta negra y llena de hojas escritas, cantidad de escrituras, y cuando empezamos a leerla, nos damos cuenta que alguien nos está hablando, revelando, llenando, sanando, salvando de situaciones, comenzamos al leer a comprender el fuego del Espíritu Santo, entendemos pronto las soluciones a miles de problemas que antes no hubiésemos dado solución alguna. Nos enseña a conocernos, entendernos, y poder hacer cambios necesarios y profundos para nosotros mismos, y entendemos en medio de sorpresa y expectativa ¡nací para ser feliz! ¡fui creado para ser feliz! Uou.

No nos encontramos sólo con una pasta negra y páginas escritas, de pronto nos encontramos con un mundo de personajes vivos de muy buenos ejemplos, pero también al continuar en las páginas de esta mente nos damos cuenta que un Directorio celestial están a disposición incondicional nuestra, y nos damos cuenta que en ese Directorio hay un Padre; Quien es Padre, creador, pastor, proveedor, protector; luego la Palabra empieza a limpiarnos y a hacernos libre y nos encontramos con el Redentor de nuestras vidas, el Libertador, el Amante perfecto de nuestra vida, el dador de la salvación, sanidad, paz, prosperidad. Conforme recorremos las páginas de esta mente, conocemos la perfecta voluntad del Padre para nosotros, y que Jesús es nuestro Señor; que un usurpador, subió por la cerca y lo elegimos en ignorancia e incredulidad; pero ahora volvemos al dador, al autor de la vida y vida en abundancia.

Nuestra mente carnal, no puede entenderlo, pero al hacer de Jesús nuestro Señor, comienza a cambiar nuestra mente misma, al recorrer estas páginas y conocer Su voluntad, de pronto entendemos que alguien nos guía, nos consuela, nos aconseja y lo reconocemos por Su Nombre es el Espíritu Santo, el dulce director, maestro de la Palabra para cambiar nuestras vidas y las de nuestras generaciones, y de muchas multitudes.

Entonces empezamos a comprender, que no estamos solos, que tenemos un destino de éxito, una meta gloriosa, una corona de vida, una corona de justicia, por la cual correr la carrera, pelear esta buena batalla de la fe, por la cual vencer al mundo por medio de nuestra fe. Que no somos los dominados, sino que somos los que señoreamos y dominamos, que tenemos la autoridad misma de Jesús, que podemos andar en esta tierra en la unción que El mismo anduvo, que podemos sanar a los enfermos, ya comenzamos a verlos raros como los veía Jesús, y nos acercamos y oramos con consistencia, fe, firmeza, credibilidad que al final de la oración ellos recibirán, al ponerse de acuerdo con nosotros.

Pensando, los pensamientos de Cristo, pensando la voluntad del Padre, pensando la obra grandiosa del Espíritu Santo en estos tiempos. Entendiendo de perdón, amor, olvido, paz, bondad y mucho más. Qué mundo tan diferente, qué mundo para aprender a ser valiente y esforzado, y que nada me podrá hacer frente, como una nueva película que es eterna y nunca acabará, nunca dice continuará, simplemente es eterna.

Dios y Padre gracias porque tengo la mente de Cristo llena de Tus pensamientos, de Tu verdad y de Tu vida, de Tu poder y Tu unción; gracias en el Nombre de Jesús.

0 comentarios: